viernes, 28 de marzo de 2014

Capítulo 8

Después de dos semanas publicando el Domingo era hora de publicar un poco más pronto y visto que voy a tener un finde complicado aquí está:

Capítulo 8
-       No puede ser verdad Alex. No. No puede. Ahora que iba todo tan bien… Quiero decir esto es genial. Por fin vas a cumplir tu sueño – me mira con ojos llorosos-  pero esperaba tener estos tres meses para pasarlos junto a ti.

Los ojos de Samuel brillan más que nunca a causa de las lágrimas, al igual que los de Sammy. El verde de los ojos de Samuel, ese es mi verdadero cielo. Es ahí donde me gustaría estar y vivir hasta el final. ¿De verdad es tan importante ir a Oxford? Podría quedarme aquí y estar con Samuel todo el verano. Pero no llevamos juntos ni un mes y este es el sueño que he tenido desde los 5 años, aunque no se lo hubiese contado a nadie hasta hace muy poco. No sé lo que me deparará el futuro. Quizás mi relación con Samuel está destinada al fracaso y por eso el destino me obliga a irme lejos.

Otra posibilidad es esperar a que las demás universidades contesten, pero hacer periodismo era sólo una de mis posibilidades, lo que realmente quiero es escribir. Además de que las otras universidades no están tampoco, precisamente cerca de Princeton. Dicen que los amores verdaderos aguantan todo lo que les echen encima. Si lo nuestro es amor verdadero, no importará la distancia, ni el tiempo que pasemos sin vernos. Nuestro amor perdurará. Yo cumpliré mi sueño. Iré a Oxford. Vendré en todos los periodos de vacaciones que tenga. Conseguiré el título. Seré uno de los mejores escritores del mundo, de la talla de J.K. Rowling o George R.R.Martin. Y para finalizar me casaré con Samuel. Nos mudaremos a Nueva York y allí viviremos y cuidaremos de nuestros hijos. No hay vuelta atrás.

-       ¿Y qué vais, quiero decir, vamos a hacer? – pregunta Samantha.
-       No puedo pedirte que renuncies a esto Alex. Ha sido breve pero intenso y me ha encantado estar contigo durante…
-       No – mi voz suena tan potente que hago que los dos se mantengan en silencio -. No ha sido breve. Esto no va a acabar con lo nuestro. No me he enamorado de un chico que se rinde a la primera de cambio. Me enamoré del chico que no para hasta conseguir lo que quiere – le dedico una mirada a Sammy  y luego me freno en Samuel -. Esto no ha acabado aquí. Sé que mi vida es por y para contigo.
«Esté en Princeton o en Oxford yo siempre te querré y te esperaré. Vendré en todos los períodos de vacaciones y tú puedes ir a verme cuantas veces quieras.
Pero esto no acaba aquí. Quiero un futuro contigo pero no voy a renunciar a mis sueños por ello. Espero que lo entiendas.»
-       Perfectamente. Yo también estaré aquí esperando. Por y para siempre porque quiero que el último minuto de mi vida sea contigo – le dedico una sonrisa y contengo las ganas de besarlo para no incomodar a Sammy -.
-       Eso espero.

En el camino de vuelta decidimos dar un pequeño rodeo para acompañar a Samantha hasta su casa y que así no vaya sola. Nos despedimos de ella. Veo como su melena rojiza desaparece tras el umbral de la puerta de su casa. Es entonces cuando Samuel y yo proseguimos con nuestro camino.
Hemos caminado poco más de doscientos metros cuando Samuel decide que deberiamos sentarnos en un banco que hay en la calle, a medio camino entre su casa y la mía. Desde aquí sólo hay que rodear una manzana para llegar a mi casa y una para alcanzar la suya. Mis ojos se encuentran con los suyos. Creo que el brillo que desprenden  será una de las cosas que más echaré de menos cuando esté a miles y miles de kilómetros de aquí. Pasamos más de dos minutos sin decirnos nada, sin contar el trayecto desde la casa de Samantha pues el  “adiós” con el que la despedimos fueron las últimas palabras que salieron de nuestras bocas.

Decido abrazarlo. Pocas cosas me reconfortan más  que sentir el calor del cuerpo de Samuel sobre el mío. Levanto un poco la cabeza y le beso en la mejilla muy cerca de la comisura de los labios. Justo después él me devuelve el beso, pero esta vez nuestros labios se encuentran.
Cuando nuestras bocas se hubieron separado su mirada se centró en la mía. Se llevó una mano al bolsillo de su chaqueta vaquera. Sacó algo. Estaba todo bastante oscuro y apenas podia ver salvo por la luz de varias farolas que alumbraban la calle.

-       Alexei – empieza a decir – nunca pensé que sentiría por una persona lo que he llegado a sentir por ti en tan poco tiempo. Y hasta hace poco nunca pensé que sería un chico, o al menos no quería aceptarlo.
-       Yo  también te quiero. Y quiero que sepas que las primeras veces , después de nuestro encontronazo, que viniste a hablar conmigo y te rechacé… no es porque no me gustases. Es porque estaba aterrado.
-       ¿Aterrado?
-       De expresar lo que sentía. Además eres el…
-       Era – me corrige.
-       Está bien, eras el quarterback del equipo. Me imponías demasiado.Y no podía creer que alguien como yo le pudiese gustar a alguien como tú.
-       Me gustas desde el primer momento en que clavé mi mirada en ti. Y por eso quería darte esto. Como último regalo de cumpleaños – me entrega un bolígrafo en el que vienen puestos nuestros nombres-.
-       Gracias, es precioso. Lo usaré para escribir mis libros, al igual que los que me dio mi madre.
-       Este no es para escribir – se vuelve a llevar la mano al bolsillo. Esta vez saca un cordel y hace un nudo en torno al bolígrafo -. Como os has podido observar este bolígrafo no es muy grande. Quiero que sea un colgante. Que te ayude a cumplir tus sueños. Y quiero que cada vez que lo veas recuerdes que estoy aquí apoyándote.

Nos despedimos con un largo beso y un abrazo. Veo como su pelo rubio desaparece como un reflejo. Lo echaré realmente de menos cuando me vaya.
Entro en casa haciendo el menor ruido posible para no despertar a mi madre ni a mi hermana. Subo las escaleras iluminando con la luz de la pantalla de mi teléfono móvil.

Entro en mi cuarto. La luz de las farolas entra por la ventana e ilumina mi cama. Hay algo encima de la colcha. Algo que no estaba ahí la última vez que yo estuve ahí. Enciendo la lámpara que hay en mi mesilla para ver mejor. Es un cuaderno.

La portada es sencilla, de un verde pistacho. Arriba en una caligrafía muy pulcra y que parece de Samuel se puede leer en letras blancas “My Sweet Lover”. Más abajo una foto de ambos adorno la portada. Abro el cuaderno. Dentro todas las hojas están en blanco salvo una que se cae. Esa no pertenece al cuaderno. La escritura me confirma que las letras de la portada son de Samuel. Abro la carta y me pongo a leerla.
 
    Esta es la última parte de mi regalo. Alexei Michael River te quiero. Y eso es poco para expresar todo lo que siento por ti. Mi idea es que el bolígrafo no sea más que un colgante pero puedes usarlo para escribir esta historia. Nuestra historia. Una historia en la que sólo estemos nosotros. No una historia que quieras publicar, sino una historia entera sobre nosotros. Experiencias buenas, experiencias malas, de todo Para que cuando ambos tengamos 80 años o más podamos leerlo y recordar cuanto nos queríamos y todo por lo que hemos pasado. Sé que te va a ir genial en Oxford por eso quería regalarte esto. Puedes empezar por escribir como nos conocimos y con el tiempo completaremos todas y cada una de las páginas. Te quiero más que a nada en mi vida. Y quiero compartir mi vida entera contigo.
                                                 Te Quiere, Samuel.
Releo el contenido de la nota dos veces más antes de creérmelo todo. Samuel quiere que escriba nuestra historia. Eso significa que confía en nuestra relación. Confía en que todo vaya a ir bien. Va a ir perfecto. Él es mío y yo soy suyo y así será hasta el fin de nuestros días.
                             *********************

Apoyo mi cabeza en el pecho desnudo de Samuel. Ya han pasado doce días desde mi cumpleaños. Doce días desde que encontrase el cuaderno de Samuel, nuestro cuaderno, encima de mi cama. My Sweet Lover. Ese es el nombre que Samuel le había dado a nuestra historia de amor. Le acaricio su pecho entrelazando mis dedos en el pelo que le crece entre los pectorales.
No quiero que este momento acabe nunca. Hace dos horas estuve en casa de Samantha despidiéndome de ella y eso parecía un grupo de adolescentes viendo El Diario de Noah. Sammy no dejó de llorar durante la hora y media que estuve allí. Luego vine a despedirme de Samuel  y de su madre. Me voy para tres semanas y cuando vuelva podré pasar otras 4 o 5 con ellos pero esto se está haciendo más difícil de lo que yo creía. En momentos como este agradezco no tener muchos amigos. No imagino cómo sería si tuviese que despedirme de todos.

Mis manos pasan de su pecho a su pelo rubio. Me gusta revolvérselo. Está guapo de todas formas. Nos besamos. Retiro un poco las sábanas que nos cubren y me pongo encima de él. Esto también lo echaré de menos cuando esté en Oxford. Me gusta mirarlo a los ojos cuando compartimos esto.
Cuarenta y cinco minutos después volvemos a estar los dos tirados encima de la cama pero esta vez es él el que apoya su cabeza en mi hombro. Oigo como en el piso de abajo se cierra la puerta. Su madre ha vuelto. Salgo de la cama y cojo mi ropa para ponérmela. La primera vez que me pongo la camiseta está al revés y Samuel se ríe de mí. Él también sale de la cama y se viste.
Bajamos y le doy un largo abrazo a su madre que me desea suerte en mi “semana de iniciación”. Cuando llegamos a mi casa mi madre y mi hermana están en la puerta esperándome.

-       ¿Samuel también viene?
-       Sí. ¿No te importa verdad?
-       Claro que no.

Mi madre saca su viejo BMW 530 del garaje. Samuel y Valerie ocupan los asientos traseros. Cojo la maleta y la meto en el maletero del coche. Me aseguro de haber cogido los billetes. Son las 18:30. El avión sale a las 19:45. Ocupo el asiento del copiloto.
Durante el viaje mi hermana no deja de hacer preguntas estúpidas a Samuel. Voy a echar de menos discutir con ella día sí y día también. Mi madre ya lo ha arreglado todo para cuando llegue allí. Estas tres semanas me alojaré en uno de los campus residenciales de la Universidad. A partir de septiembre dispondré a tiempo completo de un piso.
En el trayecto de mi casa al aeropuerto repaso en mi cabeza la lista de cosas que llevo en mi maleta. Toda la ropa, el dinero, libros para leer y por supuesto cuadernos y bolígrafos a mansalva para escribir. Abro la mochila que tengo conmigo en el asiento del copiloto y saco un cuaderno verde. Durante estas tres semanas escribiré todo lo que hemos vivido Samuel y yo hasta ahora. Y cómo no será nada profesional darán igual los fallos que cometa, ya aprenderé a escribir como dios manda.
Ya he facturado. Les doy un fuerte abrazo a mi madre y a mi hermana.

-       Os echaré de menos, pero en 3 semanas volveré. Tened cuidado.
-       Pásalo bien Alexei.
-       Alex tráeme algún regalito.
-       Lo haré – digo revolviéndole el pelo a mi hermana.
El aeropuerto está lleno de gente pero yo solo puede fijarme en Samuel. Llevo al cuello colgado el bolígrafo que me regaló. Me sonríe y me abraza.
-       Enséñales lo que vales.
-       Lo haré.
-       Estaré esperándote.
-       Y yo deseando volver. Pero sólo son 3 semanas.
-       Será como una vida entera si no te tengo a mi lado.

Por el megáfono escucho que mi avión está a punto de despegar. Me acerco a él y nuestros labios se juntan. Este beso es diferente a los anteriores. Es algo especial. Tengo la sensación de que todo pasa despacio. Podría vivir en este instante durante toda una vida. Finalmente nos separamos. Le doy un último abrazo y me voy hacia el avión.

-       Te Quiero – me grita en la distancia.
-       Yo también te quiero – respondo.

Me siento en el asiento que me coloca la azafata. Siento como el avión despega. Aquí empieza mi sueño. Aquí empieza mi vida. Agarro un segundo el bolígrafo de mi cuello y cierro los ojos.
Por fin me siento en paz.
Esto es lo que quiero. Soñar.
Y esto es lo que voy a hacer. Soñar mientras pueda.

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