Capítulo 8
-
No puede ser
verdad Alex. No. No puede. Ahora que iba todo tan bien… Quiero decir esto es
genial. Por fin vas a cumplir tu sueño – me mira con ojos llorosos- pero esperaba tener estos tres meses para
pasarlos junto a ti.
Los ojos de Samuel brillan
más que nunca a causa de las lágrimas, al igual que los de Sammy. El verde de
los ojos de Samuel, ese es mi verdadero cielo. Es ahí donde me gustaría estar y
vivir hasta el final. ¿De verdad es tan importante ir a Oxford? Podría quedarme
aquí y estar con Samuel todo el verano. Pero no llevamos juntos ni un mes y
este es el sueño que he tenido desde los 5 años, aunque no se lo hubiese
contado a nadie hasta hace muy poco. No sé lo que me deparará el futuro. Quizás
mi relación con Samuel está destinada al fracaso y por eso el destino me obliga
a irme lejos.
Otra posibilidad es esperar
a que las demás universidades contesten, pero hacer periodismo era sólo una de
mis posibilidades, lo que realmente quiero es escribir. Además de que las otras
universidades no están tampoco, precisamente cerca de Princeton. Dicen que los
amores verdaderos aguantan todo lo que les echen encima. Si lo nuestro es amor
verdadero, no importará la distancia, ni el tiempo que pasemos sin vernos.
Nuestro amor perdurará. Yo cumpliré mi sueño. Iré a Oxford. Vendré en todos los
periodos de vacaciones que tenga. Conseguiré el título. Seré uno de los mejores
escritores del mundo, de la talla de J.K. Rowling o George R.R.Martin. Y para
finalizar me casaré con Samuel. Nos mudaremos a Nueva York y allí viviremos y
cuidaremos de nuestros hijos. No hay vuelta atrás.
-
¿Y qué vais,
quiero decir, vamos a hacer? – pregunta Samantha.
-
No puedo pedirte
que renuncies a esto Alex. Ha sido breve pero intenso y me ha encantado estar
contigo durante…
-
No – mi voz
suena tan potente que hago que los dos se mantengan en silencio -. No ha sido
breve. Esto no va a acabar con lo nuestro. No me he enamorado de un chico que
se rinde a la primera de cambio. Me enamoré del chico que no para hasta
conseguir lo que quiere – le dedico una mirada a Sammy y luego me freno en Samuel -. Esto no ha
acabado aquí. Sé que mi vida es por y para contigo.
«Esté en
Princeton o en Oxford yo siempre te querré y te esperaré. Vendré en todos los
períodos de vacaciones y tú puedes ir a verme cuantas veces quieras.
Pero esto
no acaba aquí. Quiero un futuro contigo pero no voy a renunciar a mis sueños
por ello. Espero que lo entiendas.»
-
Perfectamente.
Yo también estaré aquí esperando. Por y para siempre porque quiero que el
último minuto de mi vida sea contigo – le dedico una sonrisa y contengo las
ganas de besarlo para no incomodar a Sammy -.
-
Eso espero.
En el camino de vuelta
decidimos dar un pequeño rodeo para acompañar a Samantha hasta su casa y que
así no vaya sola. Nos despedimos de ella. Veo como su melena rojiza desaparece
tras el umbral de la puerta de su casa. Es entonces cuando Samuel y yo
proseguimos con nuestro camino.
Hemos caminado poco más de
doscientos metros cuando Samuel decide que deberiamos sentarnos en un banco que
hay en la calle, a medio camino entre su casa y la mía. Desde aquí sólo hay que
rodear una manzana para llegar a mi casa y una para alcanzar la suya. Mis ojos
se encuentran con los suyos. Creo que el brillo que desprenden será una de las cosas que más echaré de menos
cuando esté a miles y miles de kilómetros de aquí. Pasamos más de dos minutos
sin decirnos nada, sin contar el trayecto desde la casa de Samantha pues el “adiós” con el que la despedimos fueron las
últimas palabras que salieron de nuestras bocas.
Decido abrazarlo. Pocas
cosas me reconfortan más que sentir el
calor del cuerpo de Samuel sobre el mío. Levanto un poco la cabeza y le beso en
la mejilla muy cerca de la comisura de los labios. Justo después él me devuelve
el beso, pero esta vez nuestros labios se encuentran.
Cuando nuestras bocas se
hubieron separado su mirada se centró en la mía. Se llevó una mano al bolsillo
de su chaqueta vaquera. Sacó algo. Estaba todo bastante oscuro y apenas podia
ver salvo por la luz de varias farolas que alumbraban la calle.
-
Alexei – empieza
a decir – nunca pensé que sentiría por una persona lo que he llegado a sentir
por ti en tan poco tiempo. Y hasta hace poco nunca pensé que sería un chico, o
al menos no quería aceptarlo.
-
Yo también te quiero. Y quiero que sepas que las
primeras veces , después de nuestro encontronazo, que viniste a hablar conmigo
y te rechacé… no es porque no me gustases. Es porque estaba aterrado.
-
¿Aterrado?
-
De expresar lo
que sentía. Además eres el…
-
Era – me corrige.
-
Está bien, eras
el quarterback del equipo. Me imponías demasiado.Y no podía creer que alguien
como yo le pudiese gustar a alguien como tú.
-
Me gustas desde
el primer momento en que clavé mi mirada en ti. Y por eso quería darte esto.
Como último regalo de cumpleaños – me entrega un bolígrafo en el que vienen
puestos nuestros nombres-.
-
Gracias, es
precioso. Lo usaré para escribir mis libros, al igual que los que me dio mi
madre.
-
Este no es para
escribir – se vuelve a llevar la mano al bolsillo. Esta vez saca un cordel y
hace un nudo en torno al bolígrafo -. Como os has podido observar este
bolígrafo no es muy grande. Quiero que sea un colgante. Que te ayude a cumplir
tus sueños. Y quiero que cada vez que lo veas recuerdes que estoy aquí apoyándote.
Nos despedimos con un largo
beso y un abrazo. Veo como su pelo rubio desaparece como un reflejo. Lo echaré
realmente de menos cuando me vaya.
Entro en casa haciendo el
menor ruido posible para no despertar a mi madre ni a mi hermana. Subo las
escaleras iluminando con la luz de la pantalla de mi teléfono móvil.
Entro en mi cuarto. La luz
de las farolas entra por la ventana e ilumina mi cama. Hay algo encima de la
colcha. Algo que no estaba ahí la última vez que yo estuve ahí. Enciendo la
lámpara que hay en mi mesilla para ver mejor. Es un cuaderno.
La portada es sencilla, de
un verde pistacho. Arriba en una caligrafía muy pulcra y que parece de Samuel
se puede leer en letras blancas “My Sweet Lover”. Más abajo una foto de ambos
adorno la portada. Abro el cuaderno. Dentro todas las hojas están en blanco
salvo una que se cae. Esa no pertenece al cuaderno. La escritura me confirma
que las letras de la portada son de Samuel. Abro la carta y me pongo a leerla.
Esta
es la última parte de mi regalo. Alexei Michael River te quiero. Y eso es poco
para expresar todo lo que siento por ti. Mi idea es que el bolígrafo no sea más
que un colgante pero puedes usarlo para escribir esta historia. Nuestra
historia. Una historia en la que sólo estemos nosotros. No una historia que
quieras publicar, sino una historia entera sobre nosotros. Experiencias buenas,
experiencias malas, de todo Para que cuando ambos tengamos 80 años o más
podamos leerlo y recordar cuanto nos queríamos y todo por lo que hemos pasado.
Sé que te va a ir genial en Oxford por eso quería regalarte esto. Puedes
empezar por escribir como nos conocimos y con el tiempo completaremos todas y
cada una de las páginas. Te quiero más que a nada en mi vida. Y quiero compartir
mi vida entera contigo.
Te Quiere, Samuel.
Releo el contenido de la
nota dos veces más antes de creérmelo todo. Samuel quiere que escriba nuestra
historia. Eso significa que confía en nuestra relación. Confía en que todo vaya
a ir bien. Va a ir perfecto. Él es mío y yo soy suyo y así será hasta el fin de
nuestros días.
*********************
Apoyo mi cabeza en el pecho
desnudo de Samuel. Ya han pasado doce días desde mi cumpleaños. Doce días desde
que encontrase el cuaderno de Samuel, nuestro cuaderno, encima de mi cama. My
Sweet Lover. Ese es el nombre que Samuel le había dado a nuestra historia de
amor. Le acaricio su pecho entrelazando mis dedos en el pelo que le crece entre
los pectorales.
No quiero que este momento
acabe nunca. Hace dos horas estuve en casa de Samantha despidiéndome de ella y
eso parecía un grupo de adolescentes viendo El Diario de Noah. Sammy no dejó de
llorar durante la hora y media que estuve allí. Luego vine a despedirme de Samuel y de su madre. Me voy para tres semanas y
cuando vuelva podré pasar otras 4 o 5 con ellos pero esto se está haciendo más
difícil de lo que yo creía. En momentos como este agradezco no tener muchos
amigos. No imagino cómo sería si tuviese que despedirme de todos.
Mis manos pasan de su pecho
a su pelo rubio. Me gusta revolvérselo. Está guapo de todas formas. Nos
besamos. Retiro un poco las sábanas que nos cubren y me pongo encima de él.
Esto también lo echaré de menos cuando esté en Oxford. Me gusta mirarlo a los
ojos cuando compartimos esto.
Cuarenta y cinco minutos
después volvemos a estar los dos tirados encima de la cama pero esta vez es él
el que apoya su cabeza en mi hombro. Oigo como en el piso de abajo se cierra la
puerta. Su madre ha vuelto. Salgo de la cama y cojo mi ropa para ponérmela. La
primera vez que me pongo la camiseta está al revés y Samuel se ríe de mí. Él
también sale de la cama y se viste.
Bajamos y le doy un largo
abrazo a su madre que me desea suerte en mi “semana de iniciación”. Cuando
llegamos a mi casa mi madre y mi hermana están en la puerta esperándome.
-
¿Samuel también
viene?
-
Sí. ¿No te
importa verdad?
-
Claro que no.
Mi madre saca su viejo BMW
530 del garaje. Samuel y Valerie ocupan los asientos traseros. Cojo la maleta y
la meto en el maletero del coche. Me aseguro de haber cogido los billetes. Son
las 18:30. El avión sale a las 19:45. Ocupo el asiento del copiloto.
Durante el viaje mi hermana
no deja de hacer preguntas estúpidas a Samuel. Voy a echar de menos discutir
con ella día sí y día también. Mi madre ya lo ha arreglado todo para cuando
llegue allí. Estas tres semanas me alojaré en uno de los campus residenciales
de la Universidad. A partir de septiembre dispondré a tiempo completo de un
piso.
En el trayecto de mi casa al
aeropuerto repaso en mi cabeza la lista de cosas que llevo en mi maleta. Toda
la ropa, el dinero, libros para leer y por supuesto cuadernos y bolígrafos a
mansalva para escribir. Abro la mochila que tengo conmigo en el asiento del
copiloto y saco un cuaderno verde. Durante estas tres semanas escribiré todo lo
que hemos vivido Samuel y yo hasta ahora. Y cómo no será nada profesional darán
igual los fallos que cometa, ya aprenderé a escribir como dios manda.
Ya he facturado. Les doy un
fuerte abrazo a mi madre y a mi hermana.
-
Os echaré de
menos, pero en 3 semanas volveré. Tened cuidado.
-
Pásalo bien
Alexei.
-
Alex tráeme
algún regalito.
-
Lo haré – digo revolviéndole
el pelo a mi hermana.
El aeropuerto está lleno de
gente pero yo solo puede fijarme en Samuel. Llevo al cuello colgado el
bolígrafo que me regaló. Me sonríe y me abraza.
-
Enséñales lo que
vales.
-
Lo haré.
-
Estaré
esperándote.
-
Y yo deseando
volver. Pero sólo son 3 semanas.
-
Será como una
vida entera si no te tengo a mi lado.
Por el megáfono escucho que
mi avión está a punto de despegar. Me acerco a él y nuestros labios se juntan. Este
beso es diferente a los anteriores. Es algo especial. Tengo la sensación de que
todo pasa despacio. Podría vivir en este instante durante toda una vida.
Finalmente nos separamos. Le doy un último abrazo y me voy hacia el avión.
-
Te Quiero – me grita
en la distancia.
-
Yo también te
quiero – respondo.
Me siento en el asiento que
me coloca la azafata. Siento como el avión despega. Aquí empieza mi sueño. Aquí
empieza mi vida. Agarro un segundo el bolígrafo de mi cuello y cierro los ojos.
Por fin me siento en paz.
Esto es lo que quiero.
Soñar.
Y esto es lo que voy a
hacer. Soñar mientras pueda.
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