Capítulo
7
No hay duda es la madre de Samuel. Ella se gira para mirar
a los ojos verdes de su hijo. Si no fuese porque ella es mucho más mayor y una
mujer sería fácil reconocer a Samuel en el reflejo de aquella mujer. Su hijo le
devuelve la mirada y más tarde me mira a mí. Parece que nadie va a romper el
silencio cuando Samuel abre la boca.
-
- Alex ¿Qué estás haciendo aquí?
-
Le conté a mi padre lo… – iba a decir que le
conté a mi padre “lo nuestro” pero quizás su madre no lo sabía, o quizá le
odiaría del mismo modo en el que ahora me odia a mí mi padre - ¿Puedo quedarme
aquí esta noche? Mi padre me ha…”echado” de casa, más o menos.
-
Mamá, te presento a mi novio Alexei River – “mi
novio” así que ya se lo había contado -. Alexei, esta es mi madre Vivian
Corshion.
-
Encantado señora – dije con toda la educación
posible.
La casa de Samuel a la luz de la lámpara resulta
diferente. La última vez que estuve ahí, hace no mucho más de 2 horas, apenas
me fijé. Solo podía pensar en consolar a Samuel. Me rasco la ceja derecha con
la mano izquierda (es algo que suelo hacer cuando estoy muy nervioso) y miro a
Samuel. Más tarde miro a su alrededor. Hay un montón de fotos por toda la casa
pero en la gran mayoría sólo aparecen Samuel y su madre salvo en una. Me acerco
a una cómoda que tengo cerca en la que hay tres fotos. Una es de Samuel vestido
de quarterback, es del último campeonato nacional, y él está sujetando el
trofeo de primer puesto. La que se encuentra a la derecha del todo es de un
pequeño Samuel que juega con un avión de juguete cuando era pequeño. Aunque la
foto está en blanco y negro puedo apreciar el resplandor verde de sus ojos. Mi
mirada se para en seco al llegar a la foto del medio. En ella hay tres
personas. Puedo reconocer a dos de ellas. Samuel con unos 15 años con una
camiseta de fútbol americano, ya desde entonces le gustaba, con el número 5
grabado en ella, es el mismo que lleva ahora; por otra parte está Vivian ella
no está muy cambiada salvo por algunas arrugas que en la foto no aparecen.
Liderando la foto en el medio se halla un hombre de complexión atlética. Es muy
guapo y atractivo, igual que Samuel. Es su padre. Los tres están sonriendo, es
el claro reflejo de dos padres orgullosos de su hijo.
-
Ese era mi padre. Samuel Ernest Corshion – me
dice Samuel cuando ve que miro la foto – murió hace un par de años. Mi madre
cayó en una depresión muy grande y tuvo que guardar todas sus fotos. Yo le pedí
expresamente que conservase esta. Es de la semana anterior a que él muriese.
Fue mi primer partido oficial. Si te das cuenta es la misma foto. En una salgo
yo sólo. En la otra con mis padres.
-
Es muy tierno – me giro y veo como Vivian
está llorando -. No se preocupe señora, él estará orgulloso de cómo está usted
criando a Samuel y de lo que él es – le digo sonriendo.
-
Gracias.
-
Entonces ¿no le importa que me quede a
dormir? Le he contado lo nuestro a mi padre. Él se volvió loco y arremetió
contra todo. Conseguí huir por la ventana de mi cuarto. Pensé en ir a casa de
Samantha – prosigo con la historia – pero no estaba. Así que esto es lo único
que se me ocurrió. Siento las molestias.
-
Claro que puedes quedarte hijo. Iré a poner
en orden el cuarto de invitados.
Veo como la señora Corshion sube las escaleras y al girar
a la derecha desaparece. Los ojos de Samuel están vidriosos, han sido
demasiadas emociones en un solo día. Me supera verlo de esta manera así que no
puedo hacer otra cosa que abrazarlo. Mi cuerpo se impregna del calor del suyo. Miro a sus ojos y más tarde a
sus labios. Me apresuro a besarlo.
-
Ya está todo listo, cariño.
-
Muchas gracias señora Corshion – digo con una
sonrisa y me giro para abrazar a Samuel -. Pues os dejo cenar tranquilos. Yo
iré al cuarto.
-
Segunda puerta a la derecha – dice Samuel y
no puedo reprimir una sonrisa.
No puedo romperles la armonía. Es mejor reflexionar sobre
mi vida aquí. El cuarto de invitados es muy parecido al de Samuel. Quizás fuese
el cuarto pensado para un posible hermano que nunca llegó. Mañana es fiesta en
Princeton. El día Internacional de
Princeton que lo llaman. En la plaza se celebran un montón de actividades,
así como el concurso de mejor cocinera al que se apuntaban casi todas las amas
de casa, un torneo rápido de fútbol y miles de cosas más. Así que mañana no
iría al instituto y podría estudiar durante todo el día, pues la última semana
apenas lo he hecho.
Veo que encima de la cama hay un pijama. Yo soy un poco
más alto que Samuel así que me queda algo corto, pero también me queda algo
ancho, pues él es más atlético que yo. Me tumbo encima de la cama a mirar el
techo. Por suerte mis auriculares están en la mochila que traía. Nada más
relajante que mirar al techo mientras escuchas música. O al menos eso sentía
yo.
“I'm bulletproof, nothing to lose
Fire away, Fire away
Ricochet, you take your aim
Fire away, fire away “
Fire away, Fire away
Ricochet, you take your aim
Fire away, fire away “
No tengo nada que temer. Mañana cuando me levante
iré a casa y plantaré cara a mi padre. Estoy hecho a prueba de balas y no tengo
nada que perder, él puede disparar si quiere. Mi cuerpo está hecho de titanio…
De repente la música para. Agarro mi móvil para ver qué es lo que está mal con
él. Mi madre me está llamando. ¿Se habrá escondido en el baño y estará
llamándome a espaldas del inepto de mi padre? Cuando descuelgo el teléfono me
encuentro con los sollozos de mi madre. Me incorporo en la cama.
-
-Mamá. ¿Mamá estás bien? – pregunto alarmado
-Mamá. ¿Mamá estás bien? – pregunto alarmado
-
Sí ahora sí. Hijo yo no quería que esto
pasara no me importa si eres…
-
Es igual. ¿Tú estás bien? ¿Te ha hecho algo
papá?
-
No. Los vecinos oyeron el escándalo y
llamaron a la policía. Está todo bien.
-
Mamá no intentes encubrirlo sé que te golpeó
cuando estaba aporreando la puerta.
-
Fue sin querer…
-
Mamá – subo el tono considerablemente - ¿es que
no lo ves? Nunca te ha querido. Lo único que quiere es a su periódico. Siempre
esperó lo mejor de mí cuando él no me daba nada a cambio. Esperaba que fueses
su esclava sin compensártelo. Y no está bien.
-
Ahora ya no importa. Tú padre y yo nos vamos
a divorciar. La policía se lo llevó, y va a pasar la noche en comisaría. ¿Dónde
estás tú? – pregunta muy preocupada – He llamado donde Samantha y me han dicho
que no sabían nada de ti. No sus padres, al menos. Ella no estaba. Necesito que
vengas…
-
¿Y Valerie? Ella es muy pequeña para aceptar
estas cosas.
-
Lo superará. Ella es fuerte. Necesito
abrazarte hijo mío. Decirte que te quiero. Darte cariño y apoyarte en todo.
¿Dónde estás?
-
Estoy… en casa de Samuel. Es el chico que me
gusta.
-
Quiero verte mañana hijo. Ven por favor. Te
esperaré.
Y colgó. Cuando acabo de hablar alguien abre la puerta
del cuarto. Es Samuel.
-
Alex ¿estás bien? Te oí gritar.
-
Si es solo que… ha llamado mi madre. Quiere
que vaya a verla mañana.
-
Deberías ir.
Samuel se aproximaba a salir del cuarto cuando lo agarré
por la muñeca. El me miró. Aproximé mi cara a la suya. Le dije “acompáñame” y nuestros labios se encontraron.
A la mañana siguiente Samuel y yo salimos de su casa.
Giramos las dos manzanas que separan su casa de la mía. Nos paramos un momento
antes de llegar al umbral de la puerta. Agarro la mano de Samuel y nos
aproximamos cada vez más a la puerta. Mis manos tiemblan frente al timbre pero
finalmente consigo llamar.
Mi madre me recibe con un largo abrazo. Cuando se separa
ve que Samuel y yo estamos agarrados de la mano. Sonríe y se presenta a Samuel.
Él le contesta de la manera más educada que nunca he visto. Entonces es verdad.
A mi madre no le importa quién o qué me guste, el problema es el cromagnon de
mi padre… Mi madre nos invita a entrar. Nos sentamos en los sofases de la sala
de estar. Desde la cocina viene un olor que me resulta familiar. Huevos y bacon…
La comida preferida de mi padre. La comida, el desayuno, y la cena, quiero
decir. Mi madre aparece con una bandeja ofreciéndonos té y otras cosas.
-
Mamá no hemos venido a beber ni a comer.
Mamá no hemos venido a beber ni a comer.
-
Alex quiero que sepas que yo te quiero igual.
Y me parece genial lo tuyo con Samuel. Se ve que te hace muy feliz. Y quiero
que vuelvas a casa.
-
Lo haré pronto – afirmo.
-
Me alegro hijo. Tu padre volverá esta tarde.
Vamos a arreglar los papeles del divorcio pero quiero que estés aquí. Conmigo y
con tu hermana.
-
Lo haré – digo decidido.
-
Pero tu padre te va a matar – dice Samuel a mi
lado.
-
Prefiero eso a vivir mi vida como si de una
mentira se tratase.
Samuel ya se había ido cuando apareció mi padre. Me miró
con cara de asco pero no podía hacerme nada. Dos policías lo retenían. Que mi
padre desapareciese de nuestra vida sería lo mejor que nos podía pasar.
Pensábamos que éramos una familia pero era todo una farsa. Ahora podría vivir
tranquilo con mi hermana, con mi madre y con mi novio al cual ambas dos amaban.
Cuando hubieron firmado mi padre me amenazó y salió
acompañado de los dos policías. Antes de que llegaran al coche tenía que hacer
algo. Grité para que esperasen un segundo antes de meterlo en el coche.
-
Tengo algo que decirte, papá – dije poniendo
énfasis en la última palabra.- Me da igual lo que pienses. Yo soy feliz. Ahora es
mi turno cuidarlas – me giro y veo a mi madre que está abrazando a Valerie. –
Me avergüenzo de haberte llamado padre en alguna ocasión. Pero, espero que
reflexiones. Me pidas perdón por lo que hiciste y quizás algún día pueda
perdonarte.
-
Nunca pediré perdón a un… - sus últimas
palabras quedan silenciadas por el sonido que hace la puerta del coche al ser
cerrado.
Me giro dando la espalda al coche en el que mi padre va
despotricando contra mí y miro a los ojos a aquellas dos mujeres que ahora
velarán por mí y yo velaré por ellas hasta el final.
*******************
26 de junio. Eso significa que ya ha pasado más de un mes
desde que mi madre se separara de mi padre y ahora seamos una familia más
feliz. Ha pasado también un mes desde que Samuel y yo empezamos a salir y nos
va genial. También han pasado ya 2 semanas desde que hiciese el examen de la
prueba de acceso a la universidad y mis notas fueron más que excelentes. Había
escuchado que quizás esta semana llegasen las primeras cartas con las
admisiones o los rechazos a las universidades. Sólo había una que me importara
de verdad. Oxford.
Poco después de que mi padre desapareciese de nuestras
vidas le conté a mi madre que lo que realmente quería y que casi nadie sabía
era estudiar para ser escritor y Oxford tiene el mejor programa de escritura.
Aunque había un problema. Si era aceptado en Oxford ¿Qué pasaría con Samuel y
conmigo? Todos sabemos que las relaciones a distancia casi nunca funcionan.
Aunque dicen que el amor verdadero perdura sin importar que pase. No podíamos
dar las cosas por sentado. Mi otra opción era estudiar periodismo en
universidades que la verdad no estaban tan lejos de Princeton y podría venir
casi todas las semanas.
Cuando bajé las escaleras empecé a oler un delicioso
aroma de chocolate aderezado con la dulzura de las fresas… Mi madre estaba
haciendo pastel de chocolate con fresas, mi preferido. Pero sólo hace esa tarta
una vez al año… Eso significa. Es mi cumpleaños. Tenía tantas cosas en la
cabeza que ni siquiera me había acordado.
Mi madre y mi hermana estaban en la cocina preparando esa
deliciosa tarta. Encima de la mesa había dos regalos de tamaños muy diferentes.
Uno era una pequeña cajita cuadrada mientras el otro era bastante más grande y
tenía forma rectangular. Las dos se abalanzaron sobre mí en cuanto me vieron y
me obligaron a abrir los regalos.
El pequeño me lo había comprado Valerie. Estaba
intentando quitar el papel con cuidado, pues a mi madre le gusta luego
reutilizarlo, pero ella decidió que era mejor romperlo. Estaba ansiosa por qué
viese su regalo. Eran unos nuevos auriculares. Mucho más grande que los que
usaba ahora. Tenían un diseño muy bonito y eran de color rojo, mi color
preferido. Abracé a Valerie, le di un beso y la enmarañé el pelo. Ella me
dedicó una sonrisa.
Luego me giré hacia el de mi madre. Estaba envuelto en un
papel de tonos marrones que hacía juego con todos y cada uno de los muebles de
la cocina. Era una caja. Espero que no fuese la típica broma de una caja,
dentro de una caja en la que al final encuentras la cosa más insignificante del
mundo, aunque viniendo de mi madre daría igual. Cuando abrí la caja me quedé
boquiabierto. Era una caja llena, repleta, a rebosar de cuadernos. Cuadernos y
bolígrafos para escribir. Según ella quería que cumpliese mi sueño de ser un
gran escritor y por eso me regaló eso para que escribiese todo lo que se me
ocurriese. Acertó en el punto fuerte. Muchos pensarán que un portátil habría
sido mucho más eficaz pero yo, personalmente, prefiero escribirlo todo a mano,
me resulta mucho más personal y puedo hacerlo en cualquier sitio.
Por la tarde vinieron Samantha y Samuel. Como no tenía
muchos amigos mis fiestas de cumpleaños no eran muy a lo grande como fue la de
Samantha. Según mi madre era un día muy importante, pues no todos los días
cumple uno 18 años. Y es verdad. Por eso decidió llamar a mis tíos y primos
para que viniesen a celebrarlo.
Hacía muchísimo tiempo que no veía a la mayoría, ni
siquiera me acordaba de su existencia pero han venido a mi cumpleaños.
Aproveché para presentarles oficialmente a Samuel como mi novio y todos se
sintieron orgullosos. Ya no debía sentir que decepcionaba nadie. Mi padre ya no
estaba. Aunque, me hubiese gustado que estuviese. Que me apoyase en mis
decisiones y me aceptase tal como soy. Es mi padre y le quiero. No me da
vergüenza admitirlo. Pero supongo que el tiempo todo lo cura.
El paquete que me entregó Samantha era un libro de
recortes con fotos de los dos durante toda la secundaria, incluso había alguna
de cuando éramos pequeños. Y al final una hoja en blanco para que fuese yo
quién escribiese mi final feliz. Cogí uno de los bolígrafos que me regaló mi
madre y escribí “Vivir en Nueva York casado con Samuel. Tener un hijo. Que
Samantha esté conmigo en todo. Fin.” Y lo cerré.
Yo solía vestir con un estilo más bien desgarbado, con
sudaderas y vaqueros la mayor parte del tiempo, por eso Samuel me regaló una
camisa de cuadros con tonos rojos, azules y blancos y unos vaqueros nuevos.
Mis tías cotorreaban, mi madre y Valerie llevaban platos
de aquí para allá, mis primos correteaban por toda la casa y de repente sonó el
timbre. ¿Sería otra de mis tías perdidas? Cuando abrí la puerta me encontré de
cara con el señor Heliard, el cartero de Princeton. Me entregó un sobre que
venía con un gran sello estampado. Era de Oxford. En esa carta estaba mi futuro
escrito. No podía abrirla. No así. Salí a tomar el aire. Estaba sentado en las
escaleras que presiden en el umbral de la puerta de mi casa cuando Samantha y
Samuel se sentaron a mi lado.
-
¿Qué dice?
¿Qué dice?
-
¿Qué…?
-
No te hagas el bobo Alex – dijo Samuel –
sabemos que has recibido una carta.
-
Sí. He recibido una de las…
-
¿De qué universidad es? – preguntó Samantha
exaltada.
-
De Oxford. Quizás debería esperar a que lleguen
las otras y abrirlas todas a la vez y ya tomar una decisión.
-
Alex no seas bobo. Esto es con lo que has estado
soñando toda tu vida y ahora estás a un paso de conseguirlo. Ábrela.
-
Sí,
ábrela – concluye Samuel.
Tomo un respiro y abro el sobre. Dentro de él hay dos
trozos de papel doblados. En el primero se puede leer:
“Estimado Sr.
Alexei Michael River. Nos complace informarle de que su solicitud en la
Universidad de Oxford ha sido aceptada.”
-
Alex eso es fantástico – dice Samantha
abrazándome.
-
Sí Alex es genial – Samuel me besa y me
abraza con fuerza - ¿Por qué no te alegras?
-
Es que… No me lo creo – digo entre risas.
Samuel propuso que nos escaqueásemos de la fiesta. Me obligó a ponerme la ropa que me había regalado. Me sentía raro. Ese no era yo. Entre él y Samantha hicieron lo que pudieron para arreglar mi pelo. Querían darme una sorpresa. Querían que los tres fuésemos a celebrar mi éxito. Samuel ya estaba en la universidad, pero Samantha aún no ha recibido su carta de aceptación, aún así ella prefiere celebrar que yo pueda cumplir mi sueño.
Me llevaron con los ojos tapados durante todo el camino y
cuando me dejaron abrirlos me encontraba frente a un local llamado “Sing it out”. Ambos sabían cuanto me
gusta la música. Por eso han elegido este lugar para celebrarlo. Celebrar mi
cumpleaños, celebrar mi admisión… ¿Habría que celebrarlo de verdad? Quería
decirles una cosa pero no me dejaron y me empujaron dentro del local.
Estaba abarrotado
de gente. En el techo había una de estas bolas que brillaban cuando las daban
la luz. Samuel desapareció sin más. Sammy me dijo que había ido a pedir algo de
beber pero no me parecía verlo en la barra.
Miré al frente y
había un pequeño escenario con un piano enfocado con un foco. Es un local de
karaoke. Seguro que lo tienen preparado para que alguien me haga subir al
escenario a cantar una canción. Estos dos saben que es lo que realmente me
gusta. Espero a que eso ocurra. De repente veo como una de las cortinas que se
hallan a la derecha del piano se empieza a mover. Y de detrás sale Samuel. Pero
no llevaba ese pelo ni esa ropa cuando entramos. Ahora lleva el pelo rubio
engominado a lo Danny Zucko, su barbita de tres días le da un aire muy sexy.
-
Buenas noches a todos – su voz resuena con fuerza tras el micrófono. – Hoy hemos venido aquí a celebrar el cumpleaños de una persona muy especial para mí. Mi novio Alexei River.
Buenas noches a todos – su voz resuena con fuerza tras el micrófono. – Hoy hemos venido aquí a celebrar el cumpleaños de una persona muy especial para mí. Mi novio Alexei River.
Todo el mundo me mira. Me preparo para salir huyendo de los matones cuando de repente escucho resonar mi nombre a voz en grito por todas las paredes. Me están felicitando por mi cumpleaños. Y no me odian porque me guste Samuel…
-
También queremos celebrar que ha sido aceptado en la Universidad de Oxford y quiero decirte que no debes preocuparte por nada, hay algo para ti ahí fuera, y yo estaré esperando. Pero todavía tenemos un verano entero así que dejémonos de dramatismos. Quiero dedicarte esta canción y regalarte mi corazón Alexei. Has de saber que sea cuando sea aquí estaré esperando.
También queremos celebrar que ha sido aceptado en la Universidad de Oxford y quiero decirte que no debes preocuparte por nada, hay algo para ti ahí fuera, y yo estaré esperando. Pero todavía tenemos un verano entero así que dejémonos de dramatismos. Quiero dedicarte esta canción y regalarte mi corazón Alexei. Has de saber que sea cuando sea aquí estaré esperando.
Se sienta en el piano y se acerca el micrófono a los labios. No sabía que Samuel tocase el piano o que cantase siquiera. Cuando empieza a tocar los acordes reconozco la canción… Don’t you worry child del grupo Swedish House Mafia, pero en versión acústica. Cuando abre su boca para entonar la primera nota, toda la gente del local se queda boquiabierta. Además de ser guapo, atlético y tener unos ojos hechizantes, toca el piano y canta cómo los ángeles. ¿No será que me he enamorado de uno? Claro, ahora entiendo su discurso antes de empezar la canción…
“There was a time, I used
to look into my father's eyes
In a happy home, I was a king I had a gold throne
Those days are gone, now the memories are on the wall
I still hear the songs from the places where I was born “
In a happy home, I was a king I had a gold throne
Those days are gone, now the memories are on the wall
I still hear the songs from the places where I was born “
“Don't
you worry, don't you worry child
See heaven's got a plan for you
Don't you worry, don't you worry now
Yeah! “
See heaven's got a plan for you
Don't you worry, don't you worry now
Yeah! “
El cielo tiene un plan para mí… Me siento
un rastrero y un mentiroso. Los ojos de Samuel están bañados en lágrimas
mientras canta la canción. Su voz se rompe para entonar el último “Don't you worry, don't
you worry now.” El local irrumpe en
aplausos. Entre lágrimas escuché la voz de Samuel decir “Te Quiero Alexei River.”
Salgo
corriendo a toda prisa. Tengo la voz de Samuel en mi cabeza. Es como si un ángel
me estuviese cantando al oído. De repente Samuel y Samantha salen a ver qué me
pasa.
-
Alex ¿qué te pasa?
-
Sí ¿qué pasa? ¿No te gustó?
-
Ese es el problema. Me ha encantado. Todo lo que tú haces me
encanta.
-
¿Y cuál es el problema?
-
Oxford.
-
Pero no te vas hasta dentro de 3 meses. Tenemos tiempo.
-
Hay una cosa que no os dije – los miro a los ojos, primero a
uno y luego a la otra.- ¿Recordáis que había dos hojas en el sobre?
-
Sí – dicen al unísono.
-
La Universidad de Oxford ofrece un programa especial de 3
semanas de duración para los alumnos primarios – no puedo contener más las
lágrimas y lloro cual pueril niño de 5 años.
-
¿Qué quieres decir?
-
Me voy en dos semanas.
El
verde de los ojos de Samuel se apagó de repente al igual que el futuro de
nuestra relación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario