Capítulo 12
Samuel y yo seguíamos adelante con los
preparativos de la boda. Sería dentro de 1 mes. Y ya lo teníamos casi todo. El
sitio, el lugar donde se celebraría el banquete, la fiesta de después, incluso
nos iriamos de luna de miel a Barcelona, una de las ciudades españolas más
bonitas.
Allí podríamos ver grandes monumentos y
lugares asi como la Sagrada Familia. Pero faltaba algo muy importante, al menos
a mí me faltaba. El traje. Samuel tenía el que uso su padre el día de su boda.
Yo lo intenté con el del mío, pero aparte de que yo era algo reacio a usarlo me
quedaba un poco grande. Mi padre fue atlético en sus años mozos, pero cuando se
casaron ya había engordado un poco y su traje me quedaba grande. Samuel quería
acompañarme a por mi traje pero Samantha sacó a relucir el tema de que da mala
suerte ver el traje antes de la boda, y aunque eso era para el traje de la
novia no queríamos arriesgarnos.
La tienda a la que Sammy me llevó se llamaba 'I do'. Temía no encontrar nada y que tuvieran que hacérmelo a medida.
Después de 10 trajes me probé uno que destacaba sobre todos los demás. Era perfecto. O al menos eso me parecía. Samantha y el dependiente no estabab tan de acuerdo. Lo de Samantha lo creía, lo del dependiente lo vi una excusa barata para seguir tocándome y retocándome las costuras del traje.
- A mí me parece perfecto. Es sencillo
y muy bonito.
- Creo que a Samuel le gustaría con alguna floritura más. Sabes cómo es para estas cosas. Un momento - Samantha sacó su móvil e hizo una llamada -. Acabo de llamar a Nick. Trae mala suerte que el novio vea el traje, pero no su mejor amigo.
- Creo que a Samuel le gustaría con alguna floritura más. Sabes cómo es para estas cosas. Un momento - Samantha sacó su móvil e hizo una llamada -. Acabo de llamar a Nick. Trae mala suerte que el novio vea el traje, pero no su mejor amigo.
A los 5 minutos Nick llegó a la tienda y tuve
que volver a probarme todos los trajes lo que nos llevó otra hora y media. A
Nick le gustó el mismo traje que a mí, lo que me alivió demasiado. Samantha
dijo que pensaba que le faltaba algo y finalmente Jonathan, el dependiente,
sacó una cinta roja para adornarlo. Como la corbata era azul cielo no pegaba
mucho así que fue a por otra de un tono azul. Ahora sí que era perfecto y todos
estábamos de acuerdo.
Cuando llegué a casa y se lo enseñé a mi
madre y a mi hermana otra vez me tocó probarme el traje. Otra media hora. A mi
madre se le saltaron las lágrimas. Mi hermana sintió envidia y también quiso
enseñarnos su traje. Más bien, su vestido. Era de un azul celeste que imponía,
con un corte palabra de honor. Su escote relucía un poco. No me creía lo que
había crecido en estos años. Había pasado de ser una niña a una mujer.
- Estáis preciosos los dos. Mis niños - nos
agarró a los dos del cuello y nos abrazó -. Cómo habéis crecido.
- Mamá ya tengo 22 años.
- Siempre serás mi niño pequeño. Y estoy muy feliz aunque sigo pensando que sois muy jóvenes.
- Mamá Samuel tiene ya 24. No hay tiempo que perder. Además hemos hablado de tener niños.
- ¿Niños? Sois muy jóvenes Alex - exclamó Valerie.
- Y eso me lo dices tú qué quieres llevar ese vestido. Serás siempre mi hermanita pequeña - la abracé.
- Alex...
- ¿Es sobre papá? ¿Ha contestado? - después de meditarlo durante un tiempo decidí invitarle a la boda. Parece que había contestado.
- Dice que no. Lo siento cariño.
- No pasa nada. Aunque realmente me hubiese gustado que estuviese.
- Mamá ya tengo 22 años.
- Siempre serás mi niño pequeño. Y estoy muy feliz aunque sigo pensando que sois muy jóvenes.
- Mamá Samuel tiene ya 24. No hay tiempo que perder. Además hemos hablado de tener niños.
- ¿Niños? Sois muy jóvenes Alex - exclamó Valerie.
- Y eso me lo dices tú qué quieres llevar ese vestido. Serás siempre mi hermanita pequeña - la abracé.
- Alex...
- ¿Es sobre papá? ¿Ha contestado? - después de meditarlo durante un tiempo decidí invitarle a la boda. Parece que había contestado.
- Dice que no. Lo siento cariño.
- No pasa nada. Aunque realmente me hubiese gustado que estuviese.
Mi madre me volvió a abrazar. Cuando llegué a
mi cuarto saqué mi móvil. Tenía un mensaje de Samantha.
' Quitate el traje. Cambíate y ven a mi casa.
Te tengo preparada una sorpresa'
Me puse un vaquero, y una camiseta negra y
corrí a la casa de Sammy. No sabía cuál sería la sorpresa. Pero debería
habérmelo imaginado. ¿Qué les hacen a los novios antes de casarse? Una
despedida de soltero. Me llevó al Sing it Loud. Por lo visto habían habilitado
el local en plan Boys. No. Samantha Rhodes voy a matarte, pensé.
En el escenario en el que habitualmente
Samuel se subía a cantar ahora había dos 'maromos' aceitados con poca ropa.
Además de poca ropa, era toda de cuero. Para que nos vamos engañar eso me pone
a 100. Pero tengo un novio con el que me voy a casar y no me hace mucha gracia
verlos. Porque además en estos espectáculos siempre sacan al novio. Esperaba
que eso no ocurriese. Agarré la coca cola que estaba bebiendo y miré a Samantha
que se estaba riendo a carcajada viva. ¿Que habría tramado?
Como era de esperar cuando los chicos ya se
lo habían quitado casi todo y se quedaron con poco más que su calzoncillo
de cuero pusieron una silla en el escenario. Ahora bajarían a seleccionar a
alguien con quien acabar su show picante. Y adivinad a quién elegirían. Bingo.
Al ser el de la despedida de soltero un foco me iluminó y uno de los chicos
bajó directo a por mí. Me negué durante unos segundos y forcejeé cuando me
agarró de la mano, pero finalmente cedí con Sammy empujándome.
En el escenario hacía mucho calor. Había
demasiados focos. Los dos estaban bailando a mi alrededor. Eso no me importaba.
El problema era cuando te agarraban las manos y las pasaban por sus cuerpos. Si
no hubiese tenido novio lo habría disfrutado. Pero realmente me Incomodaba. Cuando uno de ellos llevó mi mano
a su...en fin...salí corriendo. Samantha estaba riendo a carcajada viva
desde la mesa.
- Tía te has pasado.
Samuel se va a enfandar.
- No lo creo - me dijo y miró a la puerta por la que entraba Samuel - Jajaja.
- Alexei si te hubieses visto la cara.
- ¿Esto ha sido idea tuya?
- Sí. Quería ver tu cara - tanto Samantha como Samuel estaban riendo. Yo les miraba con desprecio. Pensaba odiarlos toda la vida.
- No lo creo - me dijo y miró a la puerta por la que entraba Samuel - Jajaja.
- Alexei si te hubieses visto la cara.
- ¿Esto ha sido idea tuya?
- Sí. Quería ver tu cara - tanto Samantha como Samuel estaban riendo. Yo les miraba con desprecio. Pensaba odiarlos toda la vida.
Al final acabé
riéndome con ellos. Realmente lo pasé mal durante un rato pero había sido
divertido.
Los tres acabamos en un parquecito hablando. Hablamos de todo lo que pudimos y más. Solo quedaba un mes para la boda y los nervios nos estaban carcomiendo por dentro. Samuel y yo lo habíamos meditado y habíamos tomado una decisión pero necesitabamos la ayuda de una amiga y Sammy era perfecta para la ocasión.
Los tres acabamos en un parquecito hablando. Hablamos de todo lo que pudimos y más. Solo quedaba un mes para la boda y los nervios nos estaban carcomiendo por dentro. Samuel y yo lo habíamos meditado y habíamos tomado una decisión pero necesitabamos la ayuda de una amiga y Sammy era perfecta para la ocasión.
- Oye Sammy hemos estado
hablando los dos y... creemos que podrías ayudarnos.
- ¿Ayudaros?
- Samuel y yo queremos tener un niño y...
- ¿Habeis pensado en mí para que me haga pasar por la novia de alguno y os dejen adoptarlo?
- No exactamente - dijo Samuel -. Alexei.
- Queremos que tenga el material genético nuestro. Y como no podemos...
- Un momento. ¿Entonces?
- Entonces, habíamos pensado que fueras nuestra madre de alquiler. Eres buena amiga, tienes buenos genes...
- ¿Sabéis lo caro que es eso?
- Estamos dispuestos a pagarte.
- No lo digo por mí. A mí me valdría con una pequeña compensación. Pero la insiminación es muy cara.
- También pensamos en eso. Me pagan muy bien en la inmobiliaria - dijo Samuel - y la idea del niño fue de Alex así que yo pagaría la inseminaciôn y Alex pondría el material genético.
- Sí. Yo soy moreno de ojos azules, tú pelo es castaño rojizo y tus ojos azules. Nos saldría un niño de ojos preciosos seguro.
- No sé chicos. Sé que desde el primer momento he apoyado vuestra boda. Pero un niño. Sois demasiado jóvenes...
- Mira, no pasa nada - dijo Samuel en tono tranquilizante -. Piensátelo. Danos una respuesta cuando lo hayas meditado. Si no quieres buscaremos a alguien.
- ¿Ayudaros?
- Samuel y yo queremos tener un niño y...
- ¿Habeis pensado en mí para que me haga pasar por la novia de alguno y os dejen adoptarlo?
- No exactamente - dijo Samuel -. Alexei.
- Queremos que tenga el material genético nuestro. Y como no podemos...
- Un momento. ¿Entonces?
- Entonces, habíamos pensado que fueras nuestra madre de alquiler. Eres buena amiga, tienes buenos genes...
- ¿Sabéis lo caro que es eso?
- Estamos dispuestos a pagarte.
- No lo digo por mí. A mí me valdría con una pequeña compensación. Pero la insiminación es muy cara.
- También pensamos en eso. Me pagan muy bien en la inmobiliaria - dijo Samuel - y la idea del niño fue de Alex así que yo pagaría la inseminaciôn y Alex pondría el material genético.
- Sí. Yo soy moreno de ojos azules, tú pelo es castaño rojizo y tus ojos azules. Nos saldría un niño de ojos preciosos seguro.
- No sé chicos. Sé que desde el primer momento he apoyado vuestra boda. Pero un niño. Sois demasiado jóvenes...
- Mira, no pasa nada - dijo Samuel en tono tranquilizante -. Piensátelo. Danos una respuesta cuando lo hayas meditado. Si no quieres buscaremos a alguien.
Los dos siguientes
días los pase en casa de Samuel. Sammy aún no nos había proporcionado una
respuesta. ¿Qué le había dado a todo el mundo con decir que somos jóvenes? Pues
por eso mismo queremos hacerlo. Queremos disfrutar de la vida ahora que
podemos. Y tener un hijo sería lo mejor que podría pasarnos.
Al menos no todo eran
malas noticias. Me llamó el Señor Grint y me dijo que su amigo el editor había
conseguido que Zerkeliern subiese puestos entre las apuestas de la editorial y
si todo iba bien sería lanzado un mes después de nuestra boda. El 15 de agosto
de 2017. Y yo estaría en la librería de Princeton presentando el libro y
firmando los primeros ejemplares tres días más tarde. Seguro que a la Señora
Hopkins le gustaba la idea. O tal vez no. Hacía bastante tiempo que no iba a
visitarla. Todo estaba yendo sobre ruedas. El chico que siempre me gustó y al
que tuve miedo de pedirle salir había acabado siendo mi novio. Mi mejor amiga
lo era cada vez más. Cada día nuestra relación iba a mejor. Mi madre y mi
hermana estaban super emocionadas con el novio que tenía y orgullosas de que me
fuera a casar con un hombre que me hacía tan feliz.
Como hacía tiempo de
mi última visita decidí dejar a Samuel viendo el último episodio que había
salido de Pequeñas Mentirosas (el pobre está viciado) para acercarme a Magic’s
Room a hacer una visitilla a la señora Hopkins.
- Buenos días señora
Hopkins.
- Alexei ¿eres tú?
Cuánto has crecido. Apenas has venido a verme estos últimos cuatro años.
- Lo sé. Solía comprar
mis libros en Oxford y cuando venía aquí en verano estaba bastante preocupado
en escribir el mío.
- ¿Cómo te ha ido todo?
– me dijo con su áspera voz.
- Bien. ¿Le llegó la
invitación?
- ¿Para tu boda con
Samuel? Por supuesto.
- ¿Vendrá?
- Hijo, no me la
perdería por nada del mundo.
- Bien. Cómo llevo
tiempo sin venir creo que merece una compensanción.
Después de pasearme
durante casi una hora por todas las estanterías de la librería puse encima del
mostrador 7 libros. Todos ellos de fantasía. Todos me llamaron mucho la
atención a primera vista. El que estaba en lo alto de la montaña era uno
titulado “Dragons’s fear” que tenía una mujer rubia con un dragón en la
portada. La verdad es que me recordó mucho a Daenerys Targaryen, el personaje
de Juego de Tronos y por eso decidí comprarlo. Los otros fueron fruto de una
pequeña selección que unían una portada bonita, una buena sinopsis y un título
llamativo. Y ya sé que no hay que juzgar un libro por su portada, pero si de mí
dependiese me llevaría todos y cada uno de los libros que había en el lugar,
pero como no podía, tuve que hacer una pequeña selección y me quedé con los 7
que más me llamaron la atención.
No sé si era por mi
estado de felicidad o porque de verdad lo estaban, pero esa tarde-noche de
verano los árboles me parecían mucho más bonitos de lo habitual.
Anduve durante poco
más de quince minutos hasta alcanzar la casa de Samuel. Cuando entré le vi
hablando por teléfono.
- Gracias – le oí decir
y colgó.
- He estado hablando
con una clínica. Dicen que por cada intento son 6500$.
- Aún no tenemos madre
de alquiler. Voy a llamar a Sam..
A veces parecía que
Samantha me leía la mente y se quería adelantar a los acontecimientos. Después
de un largo discurso sobre la meditación de si le compensaba pasar nueve meses
en ese estado, las estrías de después y un millón de cosas más que les
preocupan a las mujeres (a veces me alegro de haber nacido hombre) finalmente
Samantha parecía dispuesta a decir una respuesta.
- Después de darle
muchas vueltas. He decidido que…
- Vamos Samantha, por
favor di algo.
- Seré vuestra madre de
alquiler.
- Gracias – fue lo
único que pude decir.
Cuando colgué me tiré
encima de Samuel y ambos nos besamos. “Tenemos madre de alquiler” le dije.
Estuvimos tumbados en el sofá celebrándolo durante más de veinte minutos.
Me casaba en tres
semanas y tres días. Toda mi gente más cercana y mis amigos (los pocos que
tenía) estarían allí, incluidos Bryan y Óscar, con el que después de dejarlo
todo claro llevamos una relación de casi mejores amigos; e incluso la señora
Hopkins y la Señora Coates, mi antigua profesora de latín. Si todo iba bien y
conseguíamos que Sammy se quedase embarazada en nueve meses tendríamos a
nuestro primer hijo.
¿Podría haber algo
mejor? Estaba viviendo un sueño.
Pero hay sueños de
los que te despiertas de golpe y después tienes miedo de volver a dormirte otra
vez.
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