sábado, 28 de junio de 2014

Capítulo 1 de "Los Cuatro Fundadores y el Torneo"

Sé que hay menos amantes del fanfiction que de My Sweet Lover, pero no os preocupéis que ya estoy trabajando en el segundo capítulo de Beyond My Sweet Lover. Igual, aquí tenéis el primer capítulo del fic, pues lo anterior fue el prólogo. En lo sucesivo intentaré que sean bastante más largos.

Capitulo 1
La semana transcurrió con los cuatro fundadores de Hogwarts ultimando los últimos detalles para el día siguiente, el día en que los alumnos volverían a pasar las puertas del castillo esperando a ser instruidos un año más en el arte de la magia. No olvidaron que en menos de una hora el Ministro de Magia llegaría a las lindes del castillo para hablarles de aquello que se estaba preparando y de lo que los fundadores no tenían la más remota idea.
La rechoncha figura de Helga era fácilmente reconocible a través de su vestido de un color amarillo como el de la miel. El borde de su vestido se arrastraba por el suelo. Salió del Gran Comedor para acercarse a las cocinas. Allí cerca estaba la Sala Común de su casa, o eso se decía por los pasillos de Hogwarts, nadie que no fuera de Hufflepuf sabía exactamente su ubicación. En realidad, salvo alumnos electos, o que tuviesen amigos de otras casas se preocupaban por la ubicación de las salas comunes de las demás casas.
La mujer regordeta entró en la cocina y se acercó hacia las figuras de los elfos.
-          ¿Qué tal lleváis el banquete para mañana?
-          Va viento en popa nuestra gran señora.
-          ¿Y la cena preparada para el Ministro?
-          Estará en la mesa en menos de una hora y media, lo prometemos.
-          Gracias Wayline – dijo educadamente la mujer, dirigiéndose a la elfina.
-          Sólo quería asegurarme de que todo iba bien.
                                                    *****************
Godric se hallaba en los jardines del castillo junto al celador, Jeremy Steel, para ayudarle en la limpieza de los alrededores. Godric siempre aprovechaba cualquier momento para separarse de los demás y tomarse un momento de descanso. Además, Jeremy no se caracterizaba por ser una persona muy habladora, por lo que podía pasar tiempo con otras personas, sin necesidad de tener que hablar de nada. Aunque no faltaban las ocasiones en que Godric intentaba que el callado celador de Hogwarts le dedicase algunas palabras.
-          Le veo algo triste en esta calurosa noche de verano, Jeremy. ¿Le ocurre a usted algo?
-          No señor.
-          Mañana los pasillos del castillo volverán a estar infestados de jóvenes chicos y chicas que irán de aquí para allá.
-          Sí, que bien – contestó perezosamente el hombre.
-          Sabe que en el fondo le caen bien esos chicos. Si ve a los demás dígales que he ido a tomar un poco de aire fresco.
-          Claro, señor.
Godric empezó a caminar. Pasó por la torre del patio del reloj. El puente en el que siempre se paraba a observar el cielo y llegó al cementerio de piedra. Una zona de césped en la que se encontraban varias pilas de piedra. El Ministro llegaría en menos de una hora pero al hombre no le apetecía lo más mínimo estar en una reunión. ¿Qué es lo que estaría planeando el Ministerio? Godric era un hombre de gran moral, no le gustaba que los alumnos perdiesen tiempo de su educación en «tonterías».
No quería juzgar sin saber qué era lo que tenían en mente, pero a no ser que fuera una razón de peso, Godric estaba decidido a negarse a aquello que el señor Watters tuviese entre manos.
Ya había anochecido y el ministro todavía no había aparecido. Godric se llevó la mano a su barbilla y se rascó con suavidad la frondosa barba. Ahora que lo pensaba, Godric no había leído nada de la manera en que llegaría el ministro. A lo mejor usaba la red flú y él estaba allí esperando por si se aparecía. «¿Cómo he podido ser tan idiota?», pensó.
Se dio la media vuelta para emprender su regreso al castillo cuando oyó un ruido tras de él. Ese sonido y la manera en que el aire se había agitado, solo podía significar una cosa. Se giró y vislumbró dos figuras que se aproximaban hacia él con paso lento, sin ninguna prisa.
-          Buenas noches Godric, magnífica noche de verano la de hoy – comentó la voz masculina.
-          Buenas noches Ministro. Buenas noches… - su mirada se paró ante la figura de la mujer que acompañaba al ministro, sin embargo, no conocía su nombre. Se quedó callado esperando a que alguno de los dos pudiese completar la frase por él.
-          Oh, presentaciones. Godric te presentó a la nueva jefa del Departamento de la Cooperación Mágica Internacional la señorita Eleanor Smiths. Eleanor – dijo dirigiéndose a la mujer rubia – supongo que ya sabrás quién es él.
-          Godric Gryffindor, es un placer conocerle por fin – la mujer tendió su mano que se encontró segundos más tarde con la de Godric.
-          Con que… Nueva jefa del Departamento de la Cooperación Mágica Internacional del Ministerio de Magia. ¿Qué le ha pasado al viejo Sebastianus?
-          ¿No se ha enterado? Supongo que no habrán tenido mucho tiempo para leer los periódicos. El señor Andrews murió hace dos días. La pobre Lilyan se encontró su cuerpo sin vida en la cama cuando llegó a casa dos noches atrás. Y por eso, - exclamó tras una breve pausa para respirar -  nos hemos visto en la obligación de nombrar a un nuevo jefe, jefa en este caso, que se haga cargo de la oficina. Una terrible pérdida.
-          Esperemos que la señora Smiths esté al nivel de su antecesor.
-          No se preocupe, estaré – una gran sonrisa se dibujó en el rostro de la mujer.
No parecía muy mayor, pero tampoco muy joven. Según el criterio de Godric tendría unos 40 años, o esa es la conclusión a la que llegó al ver las arrugas que se le dibujaban a la mujer en la cara cuando le dedicó aquella sonrisa.
En el corto camino que les separaba desde los terrenos hasta el castillo el ministro no dejaba de hablar continuamente. Sin embargo, Godric decidió que no había que coartar al ministro, por lo que le dejó expresar sus pesares con total libertad. En su largo monólogo, pues ni siquiera su compañera, la señora Smiths intervino mencionó unas tres veces, o al menos que Godric se diese cuenta, un «acontecimiento que pasaría a ser una leyenda del mundo de la magia y que dotaría a la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería de gran prestigio». Godric no quería saber que era antes que sus compañeros así que se limitó a asentir.
Finalmente se vio obligado a intervenir cuando el ministro le preguntó por las expectativas del nuevo año escolar y los nuevos alumnos. Como era habitual el día siguiente llegarían todos sus antiguos alumnos y una gran cantidad de niños y niñas de 11 años que iniciarían sus estudios. Otro año más Godric, Helga y Rowena tuvieron que forcejear contra Salazar que creía que los alumnos de Hogwarts debían ser hijos de brujas y magos. Godric y las mujeres no lo veían así. Cualquiera que poseyese el don de la magia sería aceptado en la escuela  y sería formado para convertirse en un gran mago y/ o bruja.
Jeremy estaba en la puerta esperándolos. Se había puesto sus mejores galas. En ese momento llevaba una elegante túnica azul turquesa que hacía juego con sus ojos azules. Tanto el ministro como su acompañante lo saludaron con un educado «buenas noches», sin embargo, y como ya iba siendo costumbre el celador les respondió con una cabezada. Era demasiado callado. Godric no recordaba haberlo visto hablando o manteniendo una conversación durante más de cinco minutos de seguido.
En el vestíbulo todo estaba en orden para que al día siguiente cuando los alumnos llegasen encontrasen el castillo perfecto. Todas las banderas estaban en su lugar, todos los retratos estaban cuidadosamente cuadrados unos con otros. Las armaduras de metal que hacían las veces de guardianas de la puerta estaban más erguidas de lo habitual. A los lados de las puertas se encontraban los contadores de puntos. A la izquierda, dos grandes recipientes de cristal con forma de arena llenos de rubíes y zafíros. Eran los contadores de Gryffindor y Ravenclaw. A la derecha, por su parte, se hallaban las mismas figuras pero en ellas se podían encontrar pequeños trozos de esmeraldas para Slytherin, y fragmentos de topacio que servirían para contar los puntos de la casa Hufflepuff. A partir de mañana los relojes de arena se irían llenando a medida que los alumnos de cada casa llevasen a cabo hazañas que les otorgasen nuevos puntos. Al final del año escolar, la casa con más puntos sería galardonada con la Copa de las Casas.
En el Gran Comedor estaban las cuatro largas mesas que representaban a las diferentes casas. En el fondo se encontraba otra con cuatro grandes tronos y una butaca al lado de uno de ellos. Al mirar al techo se podía apreciar el cielo del exterior, era una noche estrellada la de aquel día. En realidad se trataba de un conjuro para que el techo tuviese el aspecto del cielo de fuera. Colgando por todo el Gran Comedor había infinidad de velas encendidas que iluminaban la estancia. Tres de los grandes tronos se hallaban ocupados. En el que estaba más a la derecha se podía observar a una mujer de oscuros cabellos y grisáceos ojos, Rowena Ravenclaw. Su cabeza estaba coronada por una pequeña diadema grisácea con una pequeña inscripción que desde ahí no era legible pero Godric sabía que decía “una inteligencia sin límites es el mayor tesoro de todos los hombres”. Su apellido daba el nombre a la casa a la que iban los alumnos provistos de una inteligencia sin procedentes, amantes de los libros y los estudios. Su símbolo es un águila. A su lado se hallaba sentada una mujer regordeta con el cabello castaño claro y de pronunciadas mejillas, que recordaban a la de una ardilla que acaba de llevarse un buen par de bellotas a la boca y las está ocultando. Su nombre era Helga Hufflepuff. A medida que se acercaban a Godric le pareció escuchar a la mujer que decía «por fin llegan, ya estaba hambrienta», no sin soltar de su mano una copa dorada con un tejón grabado en ella (el símbolo de su casa). Los pertenecientes a la casa de Hufflepuff eran personas destacadas por su lealtad, su justicia y trabajo, de noble corazón y que ante todo busca la unión y se preocupa por el prójimo antes que por sí mismo. El siguiente trono estaba vacío es el que ocuparía Godric cuando llegase allí- Siguió caminando con su elegante túnica roja y amarilla, acompañando a los nuevos huéspedes. El pelo y la barba castaño rojiza de Godric recordaba a la melena de un león, el animal que era el símbolo de la casa a la que el hombre daba nombre. Los alumnos pertenecientes a esa casa eran conocidos por su valor, su coraje, y honor, además de su gran osadía, temple y caballerosidad. A la izquierda se hallaba el trono en que Salazar Slytherin estaba sentando. El pelo de su cabeza era escaso, no así su larga y espesa barba blanca. Los rasgos de su cara recordaban a los de una serpiente, eso fue el motivo por el que eligió a la serpiente como el símbolo de su casa. Eso y su conocimiento del pársel (lengua de serpientes) pero por suerte, nadie más que Godric sabía de la habilidad del anciano para comunicarse con dichos animales. Muchos lo veían como un acto de magos tenebrosos, aunque las acciones que llevaba a cabo Salazar no destacaban por su buena voluntad. Cuando Godric se fijó en él, vio como le dedicaba una sonrisa a la acompañante del ministro. «¿Será que Salazar conoce a esta mujer?» pensó el hombre. Los rasgos de Salazar quedaron iluminados por los ribetes plateados que adornaban su túnica verde esmeralda. En su cara podía adivinarse la inteligencia, astucia, ambición, ingenio, determinación, y cierto desdén por las reglas. Por fin llegaron al lugar en que los otros tres los estaban esperando.
-          Buenas noches fundadores de Hogwarts – saludó el ministro -. Un momento, falta algo – sacó de su túnica una varita y con un pequeño movimiento hizo aparecer una butaca igual a la que él ocuparía -. Siento no haberles avisado de que venía acompañado. Esta es la nueva jefa del Departamento de la Cooperación Mágica Internacional. Godric os contará que le sucedió al anterior jefe.
Tomó un descanso para acompañar a su compañera a la butaca. Con un gesto la retiró un poco de la mesa y se la acercó después, cuando estuvo lo suficiente cerca como para poder sentarse. Sentados todos, el ministro se quitó la capucha de su capa. Su entrecano cabello y sus rechonchos rasgos quedaron entonces al descubierto.
-          Como todos saben ya un gran asunto me trae aquí. Algo que mi amiga, la señorita Smiths les podrá explicar mejor que yo. Eleanor, por favor – dio la palabra a su compañera.
-          Bien, lo primero buenas noches, es un gran placer conocerlos a todos ustedes. Siguiente. Lo que tanto al ministro como a mí nos ha traído aquí es un gran acontecimiento. ¡El Torneo de los Tres Magos! Llevamos mucho tiempo diseñándolo. En este torneo se juntará a tres escuelas de magia y hechicería de todo el mundo. De cada una de ellas se elegirá un campeón. Estos tres campeones tendrán que superar tres pruebas.
» El ganador será recompensado con un premio en efectivo de 10.000 galeones de oro. Con este torneo no se busca la competencia entre escuelas, sino que se fomentan las relaciones internacionales. Hemos decidido que Hogwarts será la sede de este el primer Torneo de los Tres Magos por lo que tendrá que acoger a los directores y los alumnos elegidos de las otras escuelas como sus huéspedes. Tanto profesores, directores, y fundadores como alumnos, podrán confraternizar para mejorar así sus relaciones. Al ser la sede, el curso académico transcurrirá como habitualmente, a excepción de las semanas en que se celebren esas tres pruebas. Esas semanas, el campeón de Hogwarts tendrá derecho de no acudir a sus clases para prepararse la prueba. Se trata de pruebas fuera de riesgo pero que ponen a juicio las habilidades de nuestros jóvenes magos y brujos.
»¿Qué decís?
-          Si Hogwarts ganase podría dotar de gran prestigio a la escuela, yo digo que sí – dijo la mujer regordeta llevándose un pedazo de tarta de melaza a la boca -.
-          Todos saben que Ravenclaw tendrá más oportunidades de ganar que las demás casas. Acepto.
-          ¿Por qué no? – pronunció la áspera voz de Salazar.
-          ¿Estamos seguros que los alumnos no correrán el menor peligro?
Hubo un silencio durante un largo rato. Finalmente el ministro se dignó a contestar la pregunta:
-          Habrá médicos y magos experimentados vigilando en cada una de las pruebas.
-          ¿Cuál son esas otras escuelas?
-          La escuela Magicwood de Princeton y la escuela Dirvangs de Dinamarca.
-          Está bien, pero si algo saliese mal este torneo no volvería a repetirse nunca.
-          De eso no cabe la menor duda Godric.
-          Júrelo señor ministro.
-          Lo juro.
La reunión finalmente se prolongó bastante. Salazar aprovechó para “enseñarle” a la señora Smiths la sala de los Trofeos que se encontraba detrás del Gran Comedor, pasando por una pequeña puerta. Bajaron las escaleras en silencio y en cuanto hubieron llegado abajo Salazar se acercó a la mujer rubia.
-          Esto del torneo está muy bien, pero ¿qué hay del asunto de los sangre sucia?
-          Lo siento señor, ni mi marido ni yo hemos sido capaces de hacerlo. Usar la maldición Imperius…
-          Eres una inútil. Ya me encargaré yo.
-          Lo siento mi señor. Tenga en cuenta, no obstante que el ministro rondará por el castillo con frecuencia a partir de ahora.
-          Pero no por ello puedo permitir que sea el único bajo mi control. Vamos a acabar con esos sangre sucia y empezaremos por un alumno de Hogwarts. Por suerte, ningún sangre sucia ha acabado en mi casa. Harás lo posible para amañar los resultados y que el campeón de Hogwarts sea un sangre sucia. Te encargarás también de conseguir que ese alumno muera – todo su discurso pareció un susurro silbante.
-          Pero Salazar no puedo…
-          Imperius
El gesto de la mujer había cambiado. Su mirada estaba ahora como perdida. Salazar no podía dejar de sonreír. Empezaría su purga de sangres sucias con un alumno de Hogwarts y seguiría por todos los demás y se valdría de esa pequeña bruja para hacerlo.
¡Qué empiece el primer Torneo de los Tres Magos!

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