sábado, 22 de febrero de 2014

Capítulo 3

Bueno pues os agradezco a todos los que habéis leído la historia y os comunicó desde aquí que la historia ya tiene un título oficial. ¡Por fin! El título ya oficial de la historia es "My Sweet Lover" tengo que agradecer con todo mi corazón a Nessie (una de las grandes fans de la historia que me proporcionase el nombre). Así que aquí os dejo el 3 capítulo y espero que os guste. También quiero deciros que un blog se alimenta de los comentarios y casi prefiero que dejéis vuestros comentarios aquí y no por whatsapp o twitter. Así que aquí lo tenéis el capítulo 3. Espero que os guste:

Capítulo 3
Sentía caer las lágrimas de Sammy en mi hombro. Sea lo que sea lo que le haya pasado no puede ser nada bueno. Nunca en mi vida he visto llorar a Sammy. Intenté calmarla mientras entrabamos en su casa. Nos sentamos en el sofá rojo burdeos que estaba situado en el centro de su cuarto de estar justo en frente de la tele. ¿Lloraría porque estaba enfadada conmigo? ¿Le habría pasado algo? Tiene que haberle pasado algo. De haber estado enfadada conmigo no se habría tirado a mis hombros a llorar, más bien me habría soltado un cachete.
-       ¿Qué te ocurre Sammy? – dije poniendo mis manos sobre sus hombros con toda la templanza que pude – Cuéntamelo. Ya sabes que puedes confiar en mí.
Estuvo llorando durante otros 10 minutos sin descanso aunque de vez en cuando intentaba mediar palabra y explicarme que fue aquello tan terrible que le ocurrió en su fiesta. Finalmente conseguí que me lo contara.
-       En la fiesta…estuve con un chico.
-       Bueno, pero eso no es tan terrible. ¿No?
-       No es eso Alex – exclamó limpiándose las lágrimas – es que… bueno… después de enrollarnos fuimos al baño. Juntos y… - no pudo acabar la frase por motivo de las lágrimas.
-       Puede que un baño no sea el mejor lugar para la primera vez pero…
-       ¡ALEX, JODER! Yo no quería hacerlo.
-       ¿Estás diciendo que te violó? Es una vergüenza. ¿Quién era? Hay que denunciarlo hacer algo…
-       Me debió de echar algo en la bebida. Estábamos besándonos sin más. Y de repente el quiso ir más lejos. Yo forcejeé todo lo que pude pero no tenía fuerzas para pararlo. Al final salió corriendo cuando unas chicas quisieron usar el baño. No pudieron pararlo. Cuando estaba llorando le pregunté a Emily dónde estabas. Me dijo que te habías ido con un chico. Necesitaba a mi mejor amigo. Pero él no estaba. Y encima luego me llamó tu madre y tuve que inventarme una escusa y…
-       Samantha no puedes culparme. Me dejaste sólo. Sabes de sobra los problemas que tengo para poder relacionarme con las demás personas del instituto. Pero comprendí que era tu fiesta y que no podías estar sólo conmigo. – empecé a subir el tono – Pero yo tampoco tenía a mi mejor amiga conmigo.
Sammy se echó a llorar de nuevo. Antes de poder entonar un “Lo siento” le dí un abrazo. Pasamos otros 5 minutos así hasta que al final los dos nos calmamos un poco.
-       Lo siento Sammy. Tenemos que denunciar a ese chico. Y fue un error por mi parte irme. Pero aquel chico, sus ojos verdes como el jade, su pelo dorado como los rayos del sol, me hicieron perder el sentido. Eso sumado a una buena cantidad de alcohol… Soy un desastre. El peor mejor amigo que se pueda tener.
-       Yo también tengo cierta culpa por dejarte solo. Igual no importa. El chico se puso preservativo antes de… De haberme quedado embarazada…No sé que habría hecho.
-       ¿No sabes el nombre del chico?
-       Según Emily su nombre es Daniel Cross. Por lo visto hubo gente que entró sin haber sido invitada. Mañana iré a ponerle la denuncia. ¿Y tú? ¿Quién es ese chico que robó tu corazón?
-       Se llama… Samuel… la verdad es que no sé su apellido.
-       Espera un momento. Dime que no era Samuel Corshion.
-       Pues… sí puede ser.
-       ¿Es jugador de fútbol americano?
-       Sí me pareció ver alguna camiseta de…
-       Dios mío. ¿Me estás diciendo que Samuel Corshion es gay?
-       Pues, supongo.

Después de diez minutos de larga insistencia por parte de Sammy y veinte minutos que tardé en contar la historia, Samantha ya la sabía entera. Le conté las pocas cosas de las que me acordaba y las que me había contado Samuel. Le conté también la pequeña “confusión” cuando yo había nombrado a Sammy refiriéndome a Samantha y él se pensó que sabía su nombre. No sabía lo que había pasado exactamente aquella noche. Lo que sí sé es que no puedo dejar de pensar en Samuel ni un solo momento desde ese momento en el que lo conocí.
Era raro que yo no supiese apenas nada de Samuel y sin embargo Sammy me estuviese haciendo una biografía completa del chico. Al parecer era el terror de las nenas. Todas las chicas adolescentes estaban detrás de él y habían conseguido reunir demasiados datos sobre sus gustos y aficiones. Y cuando digo demasiados, son demasiados. Tantos que llega a asustar.
Sammy ya estaba muchísimo más calmada. Parece que lo que le hacía falta era contármelo para desahogarse. Para que se despistase me ofrecí a acompañarla al local de su tío Peter y así ayudarla a recoger un poco. Tardamos cinco minutos en llegar al local. Sammy abrió la puerta y la mezcla de olor a alcohol, vómitos, y otras sustancias que prefería no saber que eran casi consiguen que nos desmayásemos ambos. Cuando encendimos la luz queríamos morir. Había un montón de porquería por todos lados, por el suelo, por las estanterías… Sería una tarea ardua.
Acabamos hablando largo y tendido. Cómo se aproximaban los exámenes finales y los dos lo llevábamos bastante al día matamos el tiempo haciéndonos preguntas sobre las distintas materias. Para mi sorpresa, incluso con la resaca fui capaz de recordar todos los datos y contestar con total propiedad a la pregunta que formuló Sammy. Ella también fue capaz de recordarlo todo. Cuando nos cansamos de recitar las respuestas, o cuando yo sugerí que parásemos, Sammy me dijo que pusiese un poco de música. La primera canción que salió en el aleatorio del equipo era demasiado movida como para que mi cabeza pudiese aguantarla así que la cambié. La nueva canción que salió también la iba a cambiar pero algo me hizo detenerme. Conocía la melodía. Era una versión acústica. Conocía la voz de esa chica. Pero sobre todo conocía la letra. You shout it out, but I can't hear a word you say 
I'm talking loud not saying much”.
Era la version acústica de Titanium.
Samuel me dijo que cuando sonó esa canción es cuando nos besamos. Y ahora lo recordaba.
-       Alex ¿te pasa algo? Es como si hubieses visto un fantasma.
-       Esta versión es…
-       La cover de una chica que se llama Madilyn Bailey, deberías buscarla en Youtube.
-       Es la canción que sonaba cuando me besé con Samuel.
Cuando acabamos le pedí a Sammy que me acompañase a la librería, pues ya que le había dicho a mi padre que ese era el lugar al que iba resultaría muy raro si volviese a casa con las manos vacías.
Hacía frío para ser mayo. Las verdes hojas de los árboles se zarandeaban al ritmo del viento. Pasamos al lado de un árbol que estaba precioso. Todas sus hojas y flores eran rosas. Nunca me había fijado en lo bonitos que se ponen estos árboles cuando florecen. Cuando llegamos a la librería quedaba todavía media hora para que cerrase lo que significa que podría utilizar veinticinco de esos minutos para recorrer los pasillos llenos de libros y poder leer las sinopsis de unos cuantos. Más que una librería “Magic’s Room” parecía una biblioteca abandonada. Es muy parecida a esa biblioteca, el cementerio de los libros olvidados, que salía en los libros del escritor español Carlos Ruiz Zafón. Infinidad de pasillos llenos de estanterías con libros de todos los autores, épocas, tamaños, colores, géneros, etc. Yo solía complicarme poco y siempre iba a la sección de fantasía juvenil. Después de un largo rato me decanté por “Olvidados” de Michael Grant. Ya había oído hablar de él y la sinopsis me convenció bastante.
-       Buenos días señorito River – me dijo la dependienta.
-       Buenos días Señoria Hopkins – saludé con la simpatía natural que me caracteriza.
-       ¿Quién es tu amiga? ¿Por fin te has echado novia?
-       Oh, no. Señora Hopkins está es mi amiga Samantha Rhodes. Sammy, esta es la Señora Hopkins.
-       Nunca he entendido que me llames así. Te he dicho mil veces que me llames Margaret.
-       ¿Cuánto te debo Margaret?
-       Nada. Esta vez invita la casa. A fin de cuentas eres nuestro mejor cliente – dijo mientras se le caían los párpados.
-       Muchas gracias. Adiós.
Acompañé a Samantha de nuevo a su casa. Nos despedimos con un fuerte abrazo. Cuando llegué a casa me estaban esperando para comer. En la cocina olía genial. Mi madre había preparado su estofado de carne y verduras. Mi preferido. Durante la comida no hablamos mucho. Mis padres son más dados a ver la tele, bueno, mi madre suele ver la tele y mi padre leer el periódico. Nunca les había expresado mi deseo de convertirme en periodista de oficio, pero creo que paso de decírselo. Mi padre querría que me especializase en deportes y mi interés por los deportes era nulo. Si obviamos el hecho de que me gusta un jugador de fútbol americano. Pero ellos no deberían saberlo. No de momento, al menos.  Mientras tanto Valerie hacía como que comía, o más bien jugaba con la comida y yo vivía en mi propio mundo.
Pensando durante un tiempo llegué a la conclusión de que no podría mantener mi secreto oculto durante mucho tiempo. Un montón de personas de mi instituto me vieron besándome con Sam. Un momento. ¿Desde cuándo lo llamaba Sam? Su nombre es Samuel. Alexei Michael River. Ese chico te engañó. Te emborrachó. Te llevó a su casa. Y lo hizo contigo cuando tú apenas eras consciente. No puede gustarte ese chico.
Por mucho que lo intenté mis pensamientos sobre Samuel  no se esfumaban. Incluso cuando por la tarde decidí ponerme a estudiar vislumbré a un chico rubio desde la ventana y me pareció él. Pero era imposible. ¿Qué iba a hacer un chico cómo él en un barrio cómo ese? Si bien, no vivía más que a dos manzanas de allí. Latín. Traducir textos de latín me ayudaría a distraerme. “Horum omnium fortissimi sunt Belgae” Ahora que lo pienso Samuel es muy blanquito de piel y su pelo es muy rubio. ¿Sería alemán? ¿Inglés? No creo que fuera originario de los USA.
Después de muchos intentos conseguí distraer mi atención de los orígenes de Samuel y centrarme en mis exámenes. A veces resulta tedioso llevar las cosas al día, un mes antes de los exámenes te sabes tan bien los contenidos que repasarlo una y otra vez sólo hace que te aburras como una ostra.
Empezaba  a anochecer así que me tumbé en la cama a leer mi más reciente adquisición. La historia escrita por Michael Grant realmente enganchaba y al cabo de un par de horas ya había leído casi la mitad del libro. Mi padre insiste en que debería comprarme un e-book y bajármelos de internet, pues él cree que no sale rentable gastarme el dinero en libros que tardo menos de tres días en leer. Lo que él no sabe es la sensación que produce pasar las hojas, olerlas, sentirte dentro de ellas… Además él compra el periódico todos los días y ese sí que pierde su valor, yo puedo releer mis libros cuantas veces quiera.
Bajé a cenar. En cuanto acabé decidí volver a mi cuarto. Había dormido poco. El sueño iba a acabar conmigo en breve. No obstante, recuperé mis apuntes de encima de la mesa del escritorio y empecé a leerlos.


A la mañana siguiente me desperté y mis apuntes yacían en la mesa del escritorio cuidadosamente colocados. Seguro que fue obra de mi madre. Hoy tenía que volver al instituto y aguantar las aburridas clases.
En el trayecto fui con Sammy como habitualmente. Me dijo que ya habían pasado por comisaría, que habían denunciado al tal Daniel Cross y que le habían impuesto una orden de alejamiento. Los pasillos del instituto Mckinley estaban infestados de gente con libros que se limitaba a asistir a las clases más importantes y aprovechar lo que ellos conocían como “horas muertas” para estudiar.
La taquilla de Sammy se encontraba al lado de la mía. Ella tenía matemáticas y yo latín así que cogió sus libros corriendo y subió a toda prisa las escaleras. El Señor Scroop era muy puntual. Sin embargo la Señora Coates, mi profesora de latín, solía llegar cinco minutos tarde así que solía aprovechar esos minutos para leer en mi taquilla. Total, esa aula pillaba justo enfrente. Cuando el tiempo estaba a punto de agotarse escuché a alguien decir mi nombre. Esa voz…me sonaba mucho. ¿Dónde la había escuchado antes? “Alex” escuché de nuevo. Me giré y vi como hacía mí se aproximaba aquel chico de ojos verdes y dorados cabellos que había robado mi corazón.
Sólo pensé una cosa.

“Mierda”.

2 comentarios:

  1. OMG!! Lo he amado y no me esperaba lo de Samuel, me imagino que Daniel Cross va a salir en alguna determinada parte de la historia, no? Y yo soy la que te tiene que agradecer por escribir esta maravillosa historia; entre Cami, Javi y tu me van a matar.
    PD: Soy la del primer comentario!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Nessie!!! Pues no sé, aún no tengo planes para el personaje de Daniel Cross, realmente esta historia a mí se me ocurre una idea y lo demás va saliendo sólo. Pasé una tarde entera en pensar los nombres de los protagonistas, y sin embargo los nombres de los profesores y la señora Hopkins han surgido sobre la marcha al igual que el de Daniel. Pero sí que es posible que éste último tenga repercusión en la historia. Gracias mil por comentar.

      Eliminar